sábado, 23 de junio de 2012

Entrada con dependencia

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FRAGMENTO DE CARTA DE UN DEPENDIENTE:

Que regreso! Pero que ida. Cuanto miedo, y que poco valor para afrontarlo. Pero acá estoy, como siempre, y como todo, esperando por algo que no llega. Es cierto que espero mucho y hago poco, siempre lo dijiste. Sin embargo yo te espero a vos, para que hagamos juntos. Cuán correcto estaré en mi pensamiento? No tengo a nadie que me lo diga. Y no tengo nadie que me diga si está bien tener alguien que me lo diga. Así que si, es así. No sé mucho la verdad. Y sabés que es así. Sabés que no sé de modas, ni del boliche top, ni del tema del momento, ni quien lo canta, ni del pasito que todos hacen. Siempre estuve lejos de todo eso, sobre todo ahora, que pasaron mas días, de mis primeros días. Pero estoy acá. Nunca me fui. El miedo me paraliza, lo sé. Pero vos también sabés. Sabés eso que sólo yo sabía hasta que vos lo supiste, aquella que vez que me miraste a los ojos. Ahí fue. Ahí perdí? A veces siento que la ignorancia, en estos casos, da mas plenitud que el absoluto conocimiento. Y por todo lo que ignoro, es que acá te sigo esperando. Ignoro también hasta cuando lo voy a hacer.

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jueves, 1 de marzo de 2012

Nada es para siempre

                
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Los efectos eran fuertes. El sol lo despertaba, ahí, tirado en el pasto. Con olor a querer olvidar, y con una botella vacía, que a esa altura era sólo una más, de muchas que se habían vaciado en su garganta.
"Y Dios ¿dónde está cuando lo necesitamos?", gritó entre las lagrimas y una risa irónica.
 Su silencio era interrumpido por sus sollozos. Sus ojos, rojos y cansados, lo decían todo.
 Vio a lo lejos un hombre caminar. Su paso era lento y cojo. Se dirigía hacia él.
 Cerró sus ojos nuevamente, con una clara intención de querer olvidar. Pero no se daba cuenta que la obsesión por el olvido de su pasado era lo que mas hacía que lo recuerde.
 El hombre estaba cada vez mas cerca. Él lo miraba de reojo, mientras hundía su cabeza en el pasto escapándose del sol.
 Sintió un suave golpe en sus costillas. Pero se hizo el dormido.
 Los golpes se reiteraron. Abrió sus ojos y vio un viejo, muy desmejorado, con una barba blanca que le tapaba el cuello y con un ojo semi cerrado y todo blanco.
  El viejo lo volvió a golpear y lo invitó, con su silencio, a mirarlo. Negó con su cabeza y dijo:
"Basta de miedos amigo. Hágase hombre. Levántese y ande... Vaya derecho, o vaya torcido, pero vaya. Y sientase muy seguro, que cada paso, sea como sea, lo está dando usted".
Se levantó. Le dió la mano al viejo y sin decir nada se fué, tambaleando por las secuelas de la noche anterior, a comenzar un nuevo día.
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miércoles, 11 de enero de 2012

Pérdidas



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"Me voy, ahora, a despedir a mi mirada cuando te miraba. Sé que nunca mas la voy a sentir. Sé, también, que nunca mas voy a mirar así.  Pero lo que mas me entristece, es que por mas que quiera, ya no podrás verla."

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