
Dejarse ser es lo que vale, no importan los días, y las horas de cada uno de ellos; o los días que duran un mes; o los meses que duran los años, nada. No importa nada.
Ningún tiempo es preciso a la hora dejarse ser. Puede ser mucho. Muchísimo. Pero siempre es un logro. Porque cada segundo de dejarse ser, puede equivaler a todas las horas que habitan en un día, o todos los días que tienen los meses; o los meses que poseen los años... Al dejarse ser, no importa más el tiempo.
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