
Cada cual tiene su batalla. Su batalla interna. Que se gana y se pierde, que deja tierra donde había flores, y promete flores donde hay tierra. Una batalla que trae muertes y trae vidas.
Cada suspiro es una bocanada de libertad en el encierro de nuestros cuerpos. Un cuerpo. El que portamos sin comerla ni beberla. El que llegó en el reparto. Un cuerpo que nos roba el sueño de volar indefinidamente. Nos priva de sentirnos como el aire. Aire indispensable que queremos respirar y ser parte de ella. El cuerpo nos limita, pero ¿Quién no sueña con volar aunque sea imposible? ¿Quién nos quita el sueño de soñar? Es el único derecho que no se encierra. Podemos ser los mejores o los peores. Podemos robar, matar o estar mas cerca del cielo en cada rezo, pero siempre soñamos. Soñamos con ser buenos, con ser malos, con ganar la final del mundial o con que se haga posible el amor imposible. Soñamos por soñar.
Con cada particula de aire que respiramos ganamos un rato mas de sueños, en esta vida que alguna vez perderemos, pero ¿qué se gana con el fin de la vida?
Mi sueño es ganar mi batalla, y asi no parar de soñar, nunca.
. 
