
Cada grito, que viene del alma, es una verdad lanzada al aire. Una verdad pura para el propio ser. Pero a la vez, una verdad que no esta sola.
Por eso el grito no retumba, lo acompañan otros, que provienen de otras almas.
En un espacio justo, cada alma puede pegar su grito, porque cada grito tiene su lugar.
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