
Carta de un hombre triste, que nunca llego a destino.

Sigo viajando. Intento. Intento seguir aprendiendo. Trato de sacar lo mejor de mi. Y busco. Busco guerras interiores. Busco el malestar inconscientemente, queriendo provocar un bienestar olvidado. Busco sacar lo mejor de mi en situaciones ridículamente negativas. Mi pregunta es ¿en donde esta el mérito? ¿Lo hay? ¿Debo seguir buscando o darme cuenta de qué quiero buscar? ¿Es que el mérito es intentar?
Hoy recibí un recuerdo. Un recuerdo actualizado. Uno que me mostró mi dualidad interior. Uno que me tumbó como si fuese una precaria balsa en altamar, una noche de tormenta. Uno que intento manejar y no puedo. Uno que espero algún día olvide, o sepa llevar. Uno. Sólo uno y me tropecé. No fue en vano pensar un rato, aunque me topé con el borde de aquel pozo al que hace mucho caí y hace poco salí. Dudé si el salir no fue una ilusión y todavía seguía dentro. No fue en vano llorar un rato, porque así descomprimí mi pecho lleno de un orgullo egocéntrico.Por fin hoy mi recuerdo se graduó con honores de nostalgia. Me di cuenta que por fin se disipa la incertidumbre de como debería haber obrado. Por fin puedo decir que no hay vuelta atrás. Por fin puedo darme cuenta que hay que seguir. Por fin.